Si un director de documentales resuelve hacer una película sobre elmovimiento palestino Hamás y para hacerlo recibe subvenciones o recursos económicos de varias cadenas de televisión de Estados Unidos o Europa (dinero público o privado) está en pleno derecho de filmar el proyecto cinematográfico que ha concebido sin tener que dar explicaciones a nadie y menos ser acusado de malversación de fondos, agredido, humillado y encarcelado como le ha ocurrido a la cineasta chilena Elena Varela por filmar a los mapuche, que no poseen ni remotamente las armas y las ideas de Hamás.
Esta misma libertad de imagen vale para los documentalistas que están haciendo películas sobre Afganistán, Córcega, Georgia, Irak, Bolivia, Bélgica, Chechenia, Líbano, Tibet, Cachemira y muchos otros lugares donde existen movimientos de reivindicación nacionalista, ya que el papel del cineasta que hace documentales es filmar la realidad cualquiera que ella sea.
El Estado chileno aplica una ley antiterrorista heredada del régimen de Pinochet para meter en la cárcel a Elena Varela por hacer una película documental que denuncia el robo de tierras y los malos tratos de que han sido víctimas los mapuches desde la creación de la República de Chile y antes por los españoles. La operación es sostenida por un gobierno débil que no hace nada; deja que las cosas continúen adelante haciendo oídos sordos.
Hace dos años la policía mexicana golpeó, robó, vejó sexualmente, encarceló y después expulsó del país a otra documentalista chilena,Valentina Palma, por estar filmando la represión policial en una comarca cerca de la capital. En aquella época encontré personalmentea la ministra de cultura, Paulina Urrutia, mientras acompañaba a la presidenta en la ciudad de Madrid. Le entregué un sobre con todos los antecedentes del caso, pero no pasó nada. El gobierno de Chile no pudo reclamar nada al gobierno mexicano. ¿Ahora pasa lo mismo conElena Varela? ¿Quién tiene las pruebas de que Elena Varela es asaltante de bancos o guerrillera como dicen las autoridades de la justicia? ¿Por qué se la mantiene presa e incomunicada? ¿Por qué la policía actúa como si detrás del documental de Elena Varela se escondiera un complot de alcance nacional? ¿Es que en los profundos bosques mapuches se oculta un ejército de liberación que está preparando el asalto a Santiago? ¿Cómo es posible que la policía use las imágenes de Elena Varela para acusar más tarde a los participantes del documental como delincuentes? ¿No tienen ellos derecho a expresar sus ideas?
Todo ello deja al desnudo una alarmante falta de libertad de expresión, revela unos procedimientos de la justicia y unas fuerzas del orden público que usan métodos propios de una dictadura y no las vías de un país democrático.
¿Cómo es posible que no seamos capaces de terminar con las conductas dictatoriales en un país que se considera moderno y dinámico, soberano y con un estado de derecho?
Me indigna que esto ocurra en mi país; mi indigna como cualquier demócrata en cualquier parte del mundo. Me sumo a las exigencias de mis colegas cineastas: libertad para Elena Varela y la devolución de su material.
Patricio GUZMAN
París, 30 de mayo 2008
Más democracia. Más Justicia. Chile para todos
sábado, 31 de mayo de 2008
Documental y democracia según el cineasta Patricio Guzmán
Etiquetas: Elena Varela, Patricio GUZMAN
viernes, 30 de mayo de 2008
Importante apoyo de Conadecus recibe Iniciativa Ciudadana que Busca Reducir Comisiones e intereses Bancarios
2008-05-28-
La Corporación Nacional de Consumidores (CONADECUS), entregó su apoyo a la iniciativa de la Liga Ciudadana de Consumidores que busca regular las comisiones que cobran los bancos con el objetivo de disminuir los intereses a los créditos.
Los diputados PS, Sergio Aguiló y Marco Enríquez-Ominami, junto al abogado y representante de la Liga Ciudadana, Jorge Arrate, iniciaron una campaña pública y legislativa tendiente a regular las comisiones que cobran los bancos por diferentes trámites que realizan los clientes para de esta forma disminuir los altos intereses de estas y otras empresas que prestan créditos a la ciudadanía.
”La idea central de esta campaña es reducir solo a tres los motivos por cobro de comisiones, regular el valor de estos trámites y reducir los intereses por cada crédito que piden los ciudadanos”, informó en un comunicado la Liga Ciudadana de Consumidores.Los autores de la iniciativa afirmaron que las instituciones reguladas por la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras solo podrán cobrar comisiones por "sobregiro no pactado; apertura y mantenimiento de cuenta corriente; y apertura de tarjetas de crédito". Algunas de las comisiones que cobran los bancos son; mantención de cuenta corriente, administración de la línea de crédito, comisión por la tarjeta de cajero automático, comisión por exceso de giros en el cajero automático en otro banco, comisión por exceso de giros en el cajero automático del mismo banco, petición de cartola y saldo en el mesón, cartola adicional a la normal, fotocopia de cualquier tipo, de cheque, de depósito, de compraventa, entre otras.
De todos estos cobros mencionados, hay uno que se destaca por su extremo abuso: el denominado cobro de comisiones por sobregiros no pactados. Si uno se sobregira en 1.000 pesos, algunos bancos o instituciones financieras le pueden cobrar hasta 18 mil pesos de comisión.
Bajen los Intereses
Los autores del proyecto comenzaron la campaña ciudadana "Bajen los Intereses" basados en la indefensión que tienen los consumidores y usuarios por los altos intereses de los bancos y otras empresas crediticias y por la elevada deuda en créditos de todo tipo que tienen los ciudadanos chilenos. En su primera actividad se reunieron con el Ministro de Economía, Hugo Lavados, quién se manifestó que junto al Ministerio de Hacienda, estudiarán la propuesta para regular las comisiones que cobran los bancos y la iniciativa que intenta disminuir los intereses a los créditos.
En la reunión realizada en 19 de mayo el diputado Aguiñó informó que el "proyecto fue apoyado por parlamentarios de diferentes sectores y ahora es necesario que el gobierno tenga un interés mucho mayor para apoyarlo en el Parlamento, y precisamente por esta razón nos manifestamos conformes con la reunión sostenida hoy con el Ministro Lavados".Endeudamiento y abuso
Los bancos aplican normalmente el máximo interés en las prestaciones crediticias. Y las casas comerciales, según estudios del SERNAC, indican que, en forma reiterada, han fijado tasas de interés por sobre la máxima convencional vigente. Los créditos de consumo de las casas comerciales alcanzan hoy a más de un 30 % del crédito total. Las familias chilenas han comenzado en forma alarmante a utilizar el crédito para gastos corrientes de alimentación y el 50 de la población compra a crédito.
La tarjeta Presto, de Líder, tiene un millón y medio de usuarios, Falabella casi dos millones y Jumbo Cencosud poco de más de un millón. Se calcula que el sector del retail ha emitido en Chile más de ocho millones de tarjetas de plástico y se ha convertido en una industria financiera que ofrece préstamos en efectivo, de rápida y fácil adjudicación pero con elevadísimas tasas de interés. Según datos de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF) hay un constante aumento de la demanda crediticia en los últimos años. Estadísticas del Banco Central cifran la deuda media de los chilenos en unos tres millones de pesos, la que aumenta a un ritmo cercano al veinte por ciento cada año.
La deuda total de los hogares chilenos, estimada por el Banco Central a septiembre de 2007, fue de $28.212 miles de millones, equivalentes al 34% del PIB. El 72% corresponde a deuda bancaria y el resto son deudas en casas comerciales, cajas de compensación, cooperativas y compañías de seguro.
Dicha deuda agregada creció un 15% real anual y ha estado expandiéndose por sobre el crecimiento del ingreso disponible de las familias en los últimos cuatro años.
Las familias chilenas están destinando un quinto de sus ingresos mensuales para servir las deudas contraídas en períodos anteriores. El peso de la deuda para algunos estratos críticos pues las familias de escasos recursos usan el crédito para sobrevivir, sin pensar que en el futuro no podrán pagar sus compromisos.
Vea además:
Hugo Lavados Afirmó que Estudiaría Proyecto para Bajar Intereses Bancarios
Exigen Regular Cobro de Comisiones por Créditos
Etiquetas: Conadecus, Liga Ciudadana
jueves, 29 de mayo de 2008
lunes, 26 de mayo de 2008
No se escuchan los murmullos y los silencios de la calle
Página 12
Eduardo Rojas es chileno, socialista, militante y dirigente, magíster en Ciencias Sociales. Conjugó formación y militancia, compromiso y estudio. Vivió el proceso de Allende en Chile, vive en Argentina desde hace 22 años. Su reciente libro, Los murmullos y los silencios de la calle, aborda el debate político desde esa perspectiva, la de la praxis y la teoría.
Por Mario Wainfeld
–Su libro, recientemente publicado, se titula Los murmullos y los silencios de la calle. Por favor, cuéntenos por qué.
–Soy muy admirador de alguien que nos acompañó siempre desde los ’60 que es Norbert echner. Era alemán, se instaló a vivir en ese país tan raro como Chile y se hizo chileno. Fue una rara avis entre nosotros los militantes, porque se tomaba todo en serio.
En los ’90 ya estábamos en el gobierno, se empieza a preocupar por el tema de la política, cosa de la cual los revolucionarios sabíamos poco, como usted sabrá. La sociedad, la necesidad histórica sí... pero la política ¿cómo se hace?... pregunta traumática para nosotros a comienzos de los ’90. El comienza a preguntárselo, nosotros empezábamos a preguntarnos por la política cuando
la política empieza a perder sentido, reemplazada por la expertez, por el que sabe, por el que conoce, por la economía. La economía es el gran saber en ese momento en Chile que quiere, rápidamente, ser un país del primer mundo. Lechner descubre que entre la economía y la política hay una diferencia muy grande. En ese mundo, dice él, en que la economía ha invadido la
política, el político pierde capacidad para captar algo más allá de los ruidos más estentóreos de la lucha social. Pierde capacidad (“las antenas”) para escuchar los murmullos y los silencios de la calle.
–Usted retoma la frase, para interpelar a la fuerza política a la que pertenece, el socialismo. Una fuerza exitosa en conseguir el poder a través del voto, conservarlo. Y con reputación (por lo menos en Argentina) de ser un modelo de partido progresista moderno. Pero, traduzco con mis palabras, usted sugiere que esta fuerza no termina de escuchar a la calle, ha reemplazado la política por la gestión. ¿Esto es lo que les dice a sus compañeros?
–Sííí, pero de otro modo (ríe). Porque lo primero es que a nosotros nos va bien. Y, como toda madre cuando a su hijo le va bien, llega un momento que no lo entiende. El nene va por otro lado, no estudia lo que ella quiere... Eso nos pasa con Chile. Nos va bien, lo criamos, lo salvamos, el país se hizo más democrático, más justo. Pero llega un punto en que ya no lo entendemos
porque, en cada punto de esos avances dejamos algo de lado. Un joven periodista que cito en mi libro nos dijo: “Ustedes lo hicieron bien, muy bien. Pero en cada cosa que hicieron fueron dejando un resto, una deuda. Esa deuda se ha acumulado. Ya son tan grandes que no las pueden pagar”.
–Sobrevolemos esas deudas.
–Una deuda de justicia, una deuda para hacer una sociedad con menores desigualdades que sean aceptadas por los desigualados, una deuda de ciudadanía de un régimen político que no consigue que el ciudadano se sienta gobernando a través de quien lo representa. Eso ya no ocurre. Y, decía Lechner, hay una deuda de utopía, de un proyecto de futuro. Esto es un problema general, pasa en casi todo el mundo. Quizá no “un proyecto de país”, quizá no un “modelo de país”... esas cosas que les gustan a los argentinos que son tan terroristas cuando hablan. No quiero tener un modelo de país sino luchar por un modelo de país. En Chile la gente no piensa más que en su situación concreta, piensa en términos económicos. Más aún, la gente hace mucha economía. Hay tanto crédito en Chile, tanta bancarización, tantos cajeros automáticos per cápita (el doble o el triple que en Argentina)...
–Usted escribe que se ha reemplazado el compromiso con ciertos sectores por una idea genérica de “imparcialidad”. Cuéntenos, por favor.
–Me cuesta hacer esa crítica, tengo una prevención moral. Nosotros debimos construir la política con Pinochet, que era constitucionalmente comandante en jefe y senador vitalicio. La dirección progresista estaba obligada a buscar acuerdos con los que no puede llegar a acuerdos.
–Y, entonces, ¿por qué los critica?
–Hago la crítica con prevención... pero creo que se transformó la necesidad en virtud. Mientras se explicaba políticamente esto como algo que había que hacer en la situación que teníamos se transformó, para algunos, en algo transhistórico. Se transformó en la idea que el consenso con el adversario es necesario siempre. Y ahí me pongo nervioso de nuevo.
–¿Cómo encastra en todo esto la memoria o la evocación de Salvador Allende?
–(Silencio largo, el primero.) En esa construcción de consenso con el adversario (con el que nunca se podía llegar a un acuerdo) era indispensable no nombrar a Allende. Lo que definía la identidad de la derecha era el golpe contra Allende. Era un principio innegociable. Mis compañeros senadores tenían que buscar acuerdos con Pinochet y tenían que saludarlo. Con la foto de los
desaparecidos, pero lo saludaban. Frente a eso, la Concertación en general no tenía problema, en ella ya hay gente (muchos de la Democracia Cristiana) que había estado con el golpe del ’73. Pero para los socialistas exigía prudencia muy grande. Para no poner la figura de Allende como una cuestión política fundamental. Y se traduce en una cierta voluntad, durante los ’90. Eso
empieza a cambiar cuando Pinochet empieza a desaparecer de la escena política, cuando cae preso, cuando debe ser juzgado.
–Recuperada que fue la posibilidad de hacer intervenir la memoria de Allende en el debate político, ¿qué significa su figura para usted, para los socialistas?
–¿Mirada desde hoy?
–...
–Allende significa para nosotros un insólito grado de consecuencia entre lo que hace y lo que dice. No sólo por el sacrificio de su vida el 11 de septiembre sino mirando su trayectoria histórica. No lo comprendimos así nosotros, los jóvenes revolucionarios en el ’69, estos niños felices que íbamos a cambiar el mundo... En el socialismo había cuatro o cinco candidatos posibles, Allende entre
ellos. En el Partido Socialista le generamos tal oposición que en la dirección ganó su candidatura por un voto. Lo acusábamos de inconsecuente, de socialdemócrata, de que hablaba de socialismo y revolución y que no garantizaba nada de eso. Ese modo de analizar estaba muy despegado de la práctica histórica. Allende siempre obró en forma consecuente, aunque los indicadores
dijeran otra cosa.
–Me viene a la mente un testimonio de Eduardo Luis Duhalde, contado por María Seoane en su libro Todo o nada. En 1972, los militantes de organizaciones armadas que pudieron huir desde la cárcel de Trelew hasta Chile se entrevistaron con Allende. Les pidieron que les facilitara viajar a Cuba. Allende y su gabinete les señalaron sus errores políticos, las dificultades que les causaban en la política interna chilena y en las relaciones con Argentina y Brasil. Casi todos los ministros estaban en contra del pedido. Allende estaba enojado, les dijo “Chile no es un portaaviones”. Y luego, cuando todos creían que les iba decir que no, le pegó una piña a la mesa y dijo “pero éste es un país socialista, carajo, y ustedes se van esta noche a Cuba”. La consecuencia, como dice usted, primó sobre las consideraciones de oportunidad.
–Seguro, siempre fue así. Pero hay algo más. Allende nunca dejó de tratar de conciliar ese discurso de izquierda con uno institucionalista y democrático. Su discurso entremezclaba ambas cosas, nosotros no entendíamos un carajo. Esa lección, la de un liderazgo político que se afirma socialmente como revolucionario, encarna fuertemente en la sociedad.
–Repasemos. Callar sobre Allende tantos años ¿estuvo bien, estuvo mal, se podía hacer de otra forma?
–(Silencio, ríe después.) A mí me interesa más la teoría que la práctica política. Nunca contrataría a Eduardo Rojas como asesor político, le puedo contar un par de anécdotas...
–Volvamos a la teoría, de momento. Usted destaca flaquezas teóricas o de lecturas entre sus compañeros. Me cuesta (y no creo estar solo) imaginar fuerzas políticas gobernantes de esta región con teorías consistentes. Máxime una teoría de raíz socialista, cuando la desaparición del capitalismo o aun las modificaciones muy intensas han salido de la agenda.
–Una teoría ya no tenemos. No tenemos “un” discurso teórico como cuando éramos felices. Ya no tenemos un discurso así. Pero se puede tener un discurso político coherente que le diga algo a las prácticas, que pueda encarnarse en las prácticas. Y para eso nos sirve la experiencia que tuvimos antes. La izquierda chilena, el socialismo también, es de historia libresca. Hubo grandes
discusiones teóricas, entre dirigentes de izquierda muy importantes, que no se dedicaban especialmente a escribir libros, que hacían política, de modo bastante exitoso. Esa alimentación libresca ya no existe, por múltiples razones. En aquel tiempo los militantes aprendíamos de los libros, estábamos obligados a leer para militar. En los ’70 me exilio en Francia y empiezo a dar
clases de historia del movimiento obrero chileno, sin haberla estudiado formalmente, con lo que leí para militar. Se era teórico en la práctica, eso ya no está. Y hace falta. Hay una sospecha de que hay temas que merecen pensarlos antes de resolverlos, la política desde arriba o desde abajo por ejemplo debe pensarse.
–Me sorprendió lo que escribió y lo que me dice. Para muchos argentinos la “clase política” chilena es mucho más leída y versada que la argentina.
–La lectura chilena llegó a los noventa. Se supuso que se tenía el pensamiento suficiente para lo que necesitaba el progresismo. Pero en verdad, hay mucha pero mucha, mucha, mucha novedad. Vi a Ernesto Laclau recientemente acá discutiendo sobre populismo, justamente la política de arriba y de abajo. Esa es una discusión completamente ignorada en Chile. Hay en el mundo
un desarrollo del pensamiento político que nos pasa por al lado. Mucho tenemos que aprender de las luchas feministas, tenemos que aprender del pensamiento social que nos viene de las feministas yanquis. Alguien como Nancy Fraser, que vino a la Argentina, a Chile no va, allí van los economistas... Nancy Fraser empieza hace quince años a discutir de qué manera se
construye una necesidad social, quién la construye. Las obligaba la práctica feminista: si ellas daban por hecho que había un solo modo de construir la necesidad social, no había necesidad de ninguna deliberación de género. El método de análisis anterior a ellas decía que toda necesidad era una necesidad de clase. Y, por tanto, lo que había que hacer era especificar, delimitar a qué
intereses de clases respondía eso que se llamaba “necesidad”.
–Ya que de mujeres hablamos: usted pinta a Michelle Bachelet como una figura que estableció una ruptura en el terreno de la relación entre dirigentes y representados.
–La conocí no hace tanto, cuando ya era ministra. Cuando iniciaba su candidatura, la veo en un acto de un congreso socialista. Había una cantidad de viejos militantes, incluido yo, que esperaban que dijera algo antiimperialista. No dijo nada. Había una cantidad de jóvenes muy apurados, que escuchaban poco. Y había muchas mujeres que llegaron temprano, que estaban adelante
porque se ganaron el lugar. Yo estaba bien atrás, miraba. Y me di cuenta de algo importante: si uno la escuchaba, le creía. El único modo de ser buena gente en ese momento y no votarla era no escucharla. Era un fenómeno nuevo, uno no les creía a los compañeros en general. Uno le creía a ella lo que decía. Uno nota, sobre todo cuando tiene experiencia, cuando el que está hablando está convencido de lo que está diciendo. Me convertí un bacheletista furioso. Mucho de mis compañeros pensaban que había que buscar alguien no tan socialista, un candidato o candidata más “razonable” que no pusiera en riesgo a la Concertación. Con ella el partido recuperaba la tradición de leer la sociedad.
–¿Cuál era la novedad de ese discurso?
–Michelle representa, incluso a pesar de ella, los cambios que le han sucedido a la sociedad chilena, sobre todo en los temas de mujeres, en los temas de género. A principios de este siglo la sociedad está tan cambiada que un tercio de ella está siendo vivida y dirigida por mujeres solas. Es muy raro, no se da en todos los países. Toman decisiones todos los días, solas, no tienen ni un
marido para compartir las decisiones, ni siquiera para mantenerlo, ni un marido en el mercado. Una buena parte de la sociedad empieza a darse cuenta de que puede gobernarse bastante sola en cosas decisivas, incluso las económicas: cómo invertir los recursos que se tienen. Michelle lo entiende, lo llama “política ciudadana”. Llega a decir que no quiere hacer ni candidatura ni
gobierno que sea de los partidos sino de los ciudadanos. Si les consultaba a los partidos, como con Allende en el ’69, le iban a decir que no. Pero la gente se enganchaba con ese discurso ciudadano, lo sentía bien.
–Y como presidenta ¿qué?
–Como presidenta tuvo que gobernar. A veces les pasa a los presidentes, no quiero trasladar realidades...
–...ya lo vamos a hacer.
–Como presidenta se produce una discusión fuerte entre su discurso y el del gobierno, evidenciada en la revolución de “los pingüinos”, los estudiantes secundarios. Desde el principio, los pingüinos se dan cuenta de que la presidenta está de acuerdo con ellos y el gobierno no. Desde el primer momento la presidenta dice que hay que resolver el problema asumiendo varias de las
demandas de ellos. Guarda, que una de las demandas es cambiar la Ley de Educación que es, no entraré en detalles, casi una reforma constitucional. Todo miran con escepticismo: el ministro, el viceministro, el jefe de partido... “No tenemos mayoría en el Parlamento”, dicen, ella insiste. Resulta que los pingüinos son dirigidos por jóvenes de la UDI (extrema derecha), del socialismo y
del comunismo. Interpelan a todo el Parlamento, los jóvenes de derecha y de izquierda interpelan a sus parlamentarios. Cuando la presidenta dice esto el gobierno, un gobierno realista, no la entiende. Michelle cambia el ministro, cambia el gobierno en medio del conflicto. Eso nunca es comprendido por el gobierno.
–Atisbo una analogía entre la irrupción de los pingüinos al comienzo del mandato de la presidenta Bachelet con la de los productores agropecuarios por acá... Un sujeto político nuevo reclamando en calles y rutas... ¿Le parece?
–Hay analogía por la irrupción, por la inmediatez. En Chile lo de los pingüinos atravesó toda la sociedad. Todo el país se pronunció sobre las demandas. Hubo un alto consenso de cambiar la educación del modo que lo decían los pingüinos. No sé si en la Argentina hay consenso en cambiar la economía como proponen los productores. Lo que pasa en Chile es una irrupción de la
sociedad en la política. Está, un año después, lo del Transantiago. No es un sector determinado, es un reclamo de millones de personas, de pertenencia indiferenciada. Empiezan a exigir una manera distinta de tomar decisiones políticas. En el Transantiago la sociedad establece una conciencia muy arraigada de que la decisión tecnocrática tiene límites democráticos. No son puras
demandas de intereses sectoriales, no sé si ocurre lo mismo con el campo. Y, ojo, que los tecnócratas chilenos son gente arraigada, son gente de prestigio.
–Usted se define como chileno-argentino...
–Llevo 22 años viviendo en la Argentina. Trabajé siempre con equipos argentinos, sobre problemas argentinos. Diría que fui asumiendo progresivamente un modo de comportarme que muchos de mis amigos chilenos me pintan como argentino.
–¿Eso es a favor o en contra?
–Más en contra que a favor, más como defecto que como virtud. Ahora está cambiando: los chilenos, la sociedad, están aprendiendo a valorar su relación con la Argentina, hoy. He recorrido el país, conocí a los obreros, conocí los sindicatos. No eran iguales a los que yo dirigí en Chile, es otro paisaje social.
–¿Se da maña para explicarles a los socialistas chilenos qué es el peronismo?
–Es difícil explicarles a los socialistas chilenos o a chilenos el modo de tener un lenguaje común con los argentinos. Me acuerdo de amigos que me decían, en el 2003 cuando ganó Kirchner, “mira, queremos hablar con el Partido Justicialista”. Yo les respondía: “No hay”. “¿Cómo no hay, si están en el gobierno?”. “No hay, tú dime con quién quieres conversar.” No es fácil entenderse, uno cree que si habla “bien” se le entiende en cualquier parte. Además, casi todos ellos hablan bien en inglés... Hay distinto vocabulario, es necesaria una traducción.
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SIFUP BARRE CON SUPUESTA GENEROSIDAD DE PIÑERA
Así, se tomó la determinación de devolver el cheque de cien mil pesos por el uso político que se hizo del evento. "Cabe señalar que una serie de empresarios hicieron aportes similares o mayores al que prometió Sebastián Piñera y que todos pidieron mantener el anonimato", señalan la Sifup.
Arriba, en la fotografía de La Tercera, el precandidato en el momento en que se originó partede lo que hoy es una polémica.
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viernes, 23 de mayo de 2008
Campaña "Bajen los intereses Bancarios" publicado en TERRA
jueves, 22 de mayo de 2008
Presentación de libro sobre Salvador Allende

Etiquetas: Jorge Arrate, Miguel Lawner, Mireya Baltra, Nicolás Grau, Nissim Sharim, Salvador Allende
MINISTRO DE ECONOMÍA ESTUDIARÁ SOLICITUD PARA BAJAR INTERESES BANCARIOS
jueves, 15 de mayo de 2008
ARRATE RESPALDA PALABRAS DE ESCALONA RESPECTO A "EMPRESARIOS CHUPASANGRE"
La decisión de los supremos es "un atentado contra la equidad en las relaciones de trabajo y grave debilitamiento de las atribuciones de la Dirección del Trabajo", dijo Arrate quien también fue ministro del Trabajo del gobierno de Eduardo Frei
Arrate afirmó además que el de la Corte Suprema "no beneficia a Codelco, sino a todos los empresarios que abusan de la subcontratación. La empresa cuprifera estatal solo se ha prestado para ser su buque insignia de estos malos empresarios".
Consultado sobre el término "chupasangre" utilizado por el senador Escalona, Arrate declaró ser solidario con lo expresado por este. "Los empresarios en una democracia real y moderna no celebran el debilitamiento de las normas laborales ni la institucionalidad del Estado. Pero los representantes de las más importantes ramas empresariales de la industria y del comercio verdaderamente han festejado la decisión de los jueces de la suprema".
"Para mi las palabras de Escalona son una correcta definición para calificar a este tipo de empresarios que todos los días están trabajando para aumentar sus ganancias a cualquier precio. Ahora el precio lo están pagando los trabajadores no solo de CODELCO sino de todas las áreas productivas donde la subcontratación está aumentando en forma alarmante", señaló Arrate.
martes, 13 de mayo de 2008
Diputados y ONG "Liga Ciudadana" exigen regular cobro de comisiones por créditos
Fuente :La Segunda
Etiquetas: Aguiló, Arrate, Enriquez-Ominami, Liga Ciudadana
jueves, 8 de mayo de 2008
jueves, 1 de mayo de 2008
Jorge Arrate está con la CUT este primero de Mayo
Jorge Arrate celebró hoy la propuesta del presidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), Arturo Martínez.
“Apoyo el llamado de Martínez de cambiar la constitución y reformar el sistema binominal, dos puntos centrales de lo que sería este nuevo pacto social progresista que diversos sectores vienen planteando hace meses”, dijo Arrate.
Agregó que “hace un año con un grupo de parlamentarios de los cuatro partidos de la Concertación, más el Presidente de la CUT y la vicepresidenta María Rozas suscribimos un documento llamando a las fuerzas de centro y de izquierda a unirse para enfrentar a la derecha”.
Recordó además que “en los meses siguientes trabajamos junto al diputado Sergio Aguiló para que el Congreso del Partido Socialista acogiera esta iniciativa”.
Arrate valoró que la CUT pusiera esto como el eje central del trabajo de las fuerzas sociales y de trabajadores del país.
“De eso se trata”, dijo Arrate. Crear esta alianza político social está acorde con la propuesta que vienen levantando un sector del partido socialista junto a varias otras fracciones al interior de la Concertación como fuera de ella, y que apunta especialmente a sectores que reclaman por más participación y en organizaciones juveniles descontentas con el actual modelo económico y político.
“Hay que poner el proyecto político en primer lugar y luego determinar quien puede encabezarlo. Los bueyes delante de la carreta. Establecido el proyecto y su contenido será preciso convenir a quien lo represente con más legitimidad y convicción”, dijo Arrate luego de terminado el acto del 1º de Mayo.
Una propuesta de cambio: La CUT pide un nuevo referente político
Un nuevo referente político, alejado de la derecha y de la Concertación, pidió este jueves el presidente de la multisindical Arturo Martínez, debido a que estos dos bloques no dan garantía para ofrecer un mejor futuro a los trabajadores chilenos.
Etiquetas: martínez, Primero de mayo
Día del Trabajador: Presidente de la CUT llamó a conformar una nueva alianza social y política
Jueves 1 de Mayo de 2008 12:25 El Mercurio OnlineSANTIAGO.-
Etiquetas: Cut, martínez, Primero de mayo