Roberto Pizarro
Según Cortés Terzi, analista político socialista, la candidatura de la Concertación ya se encuentra resuelta. Ésta le correspondería a la Democracia Cristiana y su mejor opción es Soledad Alvear. Sus argumentos conceptualizan preocupaciones que se escuchan en los pasillos del establishment político desde hace algún tiempo aunque hasta ahora nadie se había atrevido a hacer explícitos.
Cuatro argumentos nos entrega Cortés Terzi para sostener su afirmación. El agotamiento de la Concertación y su inevitable repliegue hacia las máquinas burocráticas; las crecientes desafecciones; la pasión por seguir gobernando junto al temor que la pérdida del gobierno conduciría a una crisis de dimensiones imprevisibles; y, el escaso tiempo para refundarse como conglomerado y revertir el debilitamiento en curso. Junto a estos cuatro argumentos se sostiene que el gobierno de Michelle Bachelet, a pesar de sus intenciones, no pudo revertir el proceso de declinación de la Concertación. En consecuencia, no existe margen para “candidaturas providenciales” y dada la naturaleza del actual gobierno no se puede esperar una gran obra que modifique el escenario. Así las cosas, todo indicaría que la Concertación apuntará en los próximos meses a fortalecer sus máquinas políticas para evitar nuevas fugas y frenar la dispersión. La conclusión que Cortés Terzi deriva de esta caracterización es que la tarea presente sería cuidar a la Democracia Cristiana y apoyar la candidatura de Soledad Alvear.
Cortés Terzi revela lucidez al poner en evidencia el agotamiento político de la Concertación. Sin embargo, su visión inmediatista conduce, en mi opinión, a acelerar aún más el desgaste de la Concertación, frenando al mismo tiempo la oportunidad histórica de construir un bloque de fuerzas para derrotar a la derecha y provocar los cambios políticos y económicos que la ciudadanía está demandando.
El agotamiento de la Concertación y la consecuente desafección militante y ciudadana son consecuencia de problemas de fondo que el conglomerado en el gobierno no ha sabido enfrentar. En primer lugar, su manifiesta incapacidad para desafiar las exclusiones políticas ha reducido a sus partidos políticos a una mínima expresión y ha envejecido a su activo militante; al mismo tiempo, las vacilaciones de la Concertación por modificar el sistema binominal han restringido la participación electoral a un magro 50%. En segundo lugar, la acelerada concentración económica y la presencia de desigualdades intolerables han colocado dudas en la ciudadanía sobre el carácter progresista del conglomerado de gobierno en materias económico-sociales. En tercer lugar, los sonados hechos de corrupción en instituciones gubernamentales y los vínculos de personeros de la Concertación con grupos económicos han tendido un manto de olvido sobre los negociados que caracterizaron al régimen de Pinochet, a sus políticos y economistas.
Como el agotamiento de la Concertación radica en esas poderosas razones, a diferencia de lo que piensa Cortés Terzi las respuestas deben ser de fondo y consecuentemente se encuentran fuera de esa “jaula de hierro” que le ha impedido enfrentar las exclusiones políticas, las desigualdades y la corrupción. Precisamente se trata de trascender los límites dentro de los que se ha movido la Concertación hasta ahora. Por tanto, es ingenuo pensar que un candidato tradicional y el repliegue a las “maquinas políticas” le ofrece a la Concertación alguna oportunidad para mantenerse en el poder. El único camino posible para derrotar a la derecha es salir del inmovilismo, con un nuevo programa de transformaciones económicas y sociales que coloque en su centro a los trabajadores, a los pequeños empresarios y a las capas medias. Y además con un programa político que le entregue a los jóvenes y a los excluidos una reincorporación a la vida política nacional. Por cierto, a ello debe agregarse la recuperación de una ética de “manos limpias” que cierre las puertas a todo vínculo entre política y negocios y que sea implacable con cualquier funcionario público corrupto.
Para que ese programa transformador se haga efectivo hay que salir de los límites estrechos del “activo militante” y acercarse a los desencantados, ampliar el arco de fuerzas más allá de la Concertación con los sectores extraparlamentarios, con los jóvenes y con todos aquellos sectores y organizaciones sociales que han sufrido las desigualdades del modelo económico y político en curso. Ello sólo se podrá lograr con figuras políticas no complacientes, que piensen en el país antes que en acceder al poder a cualquier costo, con osadía para impulsar las transformaciones que el país requiere y que estén abiertas a competir en todas las instancias de la vida política nacional: al interior de los partidos, en la Concertación y fuera de ésta. Sólo así será posible derrotar a la derecha.
Según Cortés Terzi, analista político socialista, la candidatura de la Concertación ya se encuentra resuelta. Ésta le correspondería a la Democracia Cristiana y su mejor opción es Soledad Alvear. Sus argumentos conceptualizan preocupaciones que se escuchan en los pasillos del establishment político desde hace algún tiempo aunque hasta ahora nadie se había atrevido a hacer explícitos.
Cuatro argumentos nos entrega Cortés Terzi para sostener su afirmación. El agotamiento de la Concertación y su inevitable repliegue hacia las máquinas burocráticas; las crecientes desafecciones; la pasión por seguir gobernando junto al temor que la pérdida del gobierno conduciría a una crisis de dimensiones imprevisibles; y, el escaso tiempo para refundarse como conglomerado y revertir el debilitamiento en curso. Junto a estos cuatro argumentos se sostiene que el gobierno de Michelle Bachelet, a pesar de sus intenciones, no pudo revertir el proceso de declinación de la Concertación. En consecuencia, no existe margen para “candidaturas providenciales” y dada la naturaleza del actual gobierno no se puede esperar una gran obra que modifique el escenario. Así las cosas, todo indicaría que la Concertación apuntará en los próximos meses a fortalecer sus máquinas políticas para evitar nuevas fugas y frenar la dispersión. La conclusión que Cortés Terzi deriva de esta caracterización es que la tarea presente sería cuidar a la Democracia Cristiana y apoyar la candidatura de Soledad Alvear.
Cortés Terzi revela lucidez al poner en evidencia el agotamiento político de la Concertación. Sin embargo, su visión inmediatista conduce, en mi opinión, a acelerar aún más el desgaste de la Concertación, frenando al mismo tiempo la oportunidad histórica de construir un bloque de fuerzas para derrotar a la derecha y provocar los cambios políticos y económicos que la ciudadanía está demandando.
El agotamiento de la Concertación y la consecuente desafección militante y ciudadana son consecuencia de problemas de fondo que el conglomerado en el gobierno no ha sabido enfrentar. En primer lugar, su manifiesta incapacidad para desafiar las exclusiones políticas ha reducido a sus partidos políticos a una mínima expresión y ha envejecido a su activo militante; al mismo tiempo, las vacilaciones de la Concertación por modificar el sistema binominal han restringido la participación electoral a un magro 50%. En segundo lugar, la acelerada concentración económica y la presencia de desigualdades intolerables han colocado dudas en la ciudadanía sobre el carácter progresista del conglomerado de gobierno en materias económico-sociales. En tercer lugar, los sonados hechos de corrupción en instituciones gubernamentales y los vínculos de personeros de la Concertación con grupos económicos han tendido un manto de olvido sobre los negociados que caracterizaron al régimen de Pinochet, a sus políticos y economistas.
Como el agotamiento de la Concertación radica en esas poderosas razones, a diferencia de lo que piensa Cortés Terzi las respuestas deben ser de fondo y consecuentemente se encuentran fuera de esa “jaula de hierro” que le ha impedido enfrentar las exclusiones políticas, las desigualdades y la corrupción. Precisamente se trata de trascender los límites dentro de los que se ha movido la Concertación hasta ahora. Por tanto, es ingenuo pensar que un candidato tradicional y el repliegue a las “maquinas políticas” le ofrece a la Concertación alguna oportunidad para mantenerse en el poder. El único camino posible para derrotar a la derecha es salir del inmovilismo, con un nuevo programa de transformaciones económicas y sociales que coloque en su centro a los trabajadores, a los pequeños empresarios y a las capas medias. Y además con un programa político que le entregue a los jóvenes y a los excluidos una reincorporación a la vida política nacional. Por cierto, a ello debe agregarse la recuperación de una ética de “manos limpias” que cierre las puertas a todo vínculo entre política y negocios y que sea implacable con cualquier funcionario público corrupto.
Para que ese programa transformador se haga efectivo hay que salir de los límites estrechos del “activo militante” y acercarse a los desencantados, ampliar el arco de fuerzas más allá de la Concertación con los sectores extraparlamentarios, con los jóvenes y con todos aquellos sectores y organizaciones sociales que han sufrido las desigualdades del modelo económico y político en curso. Ello sólo se podrá lograr con figuras políticas no complacientes, que piensen en el país antes que en acceder al poder a cualquier costo, con osadía para impulsar las transformaciones que el país requiere y que estén abiertas a competir en todas las instancias de la vida política nacional: al interior de los partidos, en la Concertación y fuera de ésta. Sólo así será posible derrotar a la derecha.
Lee la opinión de Luis Casado, Rubén Andino, Eduardo Gutiérrez y Jorge Arrate
31-03-08
31-03-08
3 comentarios:
Sí, es un escándalo. Cortés Terzi quiere pasarsae por el aro a todos los socialistas.
Bien Pizarro, como siempre.
Claramente el cálculo electoral que realiza Cortez Terzi es inmediatista, y no de largo plazo.
La propuesta de apoyar a Alvear sólo pretende la mantención de la Concertación en el poder, pero no implica una reestructuración de las bases dirigentes, ni del marco institucional y político en que la coalición ha operado por 18 años.
Probablemente, la medida podría ser efectiva en cuanto elecciones -tampoco es seguro que así sea- pero es también probable que el agotamiento que lleva la coalición se aplique a Alvear siendo presidenta.
Es decir, el agotamiento de la Concertación no se resuelve cambiando rostros en puestos de poder, sino que cambiando el proyecto político y de país que tiene.
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