Más democracia. Más Justicia. Chile para todos

domingo, 2 de marzo de 2008

Arrate: Nuevo pacto democrático y popular

2 de Marzo de 2008
Nuevo pacto democrático y popular, amplio, política y socialmente inclusivo

¿Cómo van a abordar los sectores críticos del socialismo el próximo congreso del partido? ¿Presentarán ya una especie de programa movilizador y un llamado unitario al resto de la izquierda extraparlamentaria a participar en una dinámica de debate para afinarlo incorporando a movimientos sociales?
- Mi planteamiento es que es preciso construir un nuevo pacto democrático y popular, amplio, política y socialmente inclusivo. Creo que la Concertación está desgastada y que cumplió un ciclo. Se trata de iniciar uno nuevo en que los grandes objetivos sean aquellos que desde la Concertación no hemos podido realizar. Reitero: tenemos una deuda, promesas que no pudimos cumplir. La Concertación debe reconocerlo, declararse dispuesta a un diálogo social y político sin exclusiones para que de allí emerja un programa para esta nueva etapa. Se trata, efectivamente, de dar un vuelco. Sólo así se ganará en credibilidad y podrá intentarse un acuerdo, eventualmente con niveles diferenciados de compromiso, que convoque a tres componentes: el pueblo concertacionista que ha apoyado a la actual coalición, el pueblo de la izquierda excluida del sistema político y la ciudadanía que no se ejerce, es decir, los que anulan, votan en blanco o no se inscriben como expresión de protesta. Si esta alternativa no se viabiliza, habrá que considerar, en su momento, las otras opciones para iniciar la construcción de una fuerza coaligada que proponga el inicio de este nuevo ciclo.
-Pero, ¿no se trata más bien de proceder a una ruptura dentro de una Concertación que no cuestiona el régimen político y el sistema social basado en "el poder de la riqueza y de la cuna", tal cual lo expresa el filósofo Jacques Rancière en su crítica a las democracias liberales y elitistas? ¿No habría que comenzar en el Congreso que se viene por el rearme intelectual del PS, separar aguas entre las fuerzas internas liberales y promercadistas de las democráticas, antineoliberales y populares para más tarde, o al mismo tiempo, arrimarse con un esbozo o propuesta de programa unitario a la izquierda no concertacionista?
- El PS requiere lo que he llamado una “revolución orgánica” que cierre una etapa de ejercicio elitista de la política partidaria. En segundo término, debe definirse claramente por el cambio de Constitución y de modelo económico. Al mismo tiempo, el PS debe decirle al país cómo y con quienes quiere llevar adelante su programa futuro. Esto es clave. Todos los congresos aprueban textos llenos de retórica que después son letra muerta. Para que se conviertan en acción hay que crear los instrumentos que viabilicen luchar por esos objetivos. Estoy convencido que ese instrumento es el nuevo pacto democrático y popular del que le hablo. Y también estoy convencido que una reconstrucción de entendimientos entre el PS y la izquierda no parlamentaria es clave para lograr la gran amplitud que postulo.
-¿En qué áreas se imponen cambios fundamentales?
- Hace veinte años la Concertación prometió “una patria para todos”. Elaboramos un Programa que, si lo leemos hoy, nos revela que una parte importante de esa promesa no se ha cumplido. Mi opinión, dura pero sincera, es que la Concertación ha ido perdiendo fuerza, mística, decisión y que se ha sumido en un mar de autoalabanzas. Entiendo que hayamos debido negociar muchas cosas, pero no entiendo que eso sea una virtud. La entiendo como necesidad. Y, entonces, es un deber preguntarse: ¿qué hemos hecho para superar las limitaciones que nos han obligado a mutilar el Programa? No ha habido voluntad de la Concertación para incluir, para incorporar a los sectores excluidos, para no conformarse con el hecho que aproximadamente un 50% del universo ciudadano no participa de esta democracia incompleta. Por eso postulo un nuevo pacto social y político, más amplio, sin exclusiones. Derechamente, se trata de superar la Concertación sin perder el alma del 5 de octubre de 1988, aquel espíritu que permitió elaborar el programa de 1989. Entonces, yo parto de un mínimo: proponerse realmente cumplir el Programa de 1989. A eso agregaría muchas cosas, porque han pasado veinte años, ha cambiado el mundo y también Chile. Pero creo que hay que hacerlo en un ejercicio colectivo, participativo. Yo no ofrezco más que un programa mínimo. Hay que construir uno que vaya más allá de esos mínimos y que sea realista y creíble. Hay dos materias que, sin embargo, no puedo dejar de mencionar ahora: debemos definir cómo haremos para tener una nueva Constitución discutida y aprobada democráticamente. Y tenemos que precisar una propuesta para defender nuestro patrimonio, nuestras riquezas básicas, el cobre la principal.
Leopoldo Lavín Mujica es profesor del Département de Philosophie del Collège de Limoilou, Québec (Canadá)

No hay comentarios:

.

Text-Ads

Feeds